Por Marta Torralba.
Yo soy una de esas personas que creen que la palabra «corazón» es sólo un aumentativo de la palabra «coraza».
Yo, que suelo hablar del amor; y que raro es el día que no escribo alejandrinos sobre sentimientos o pasiones.
Yo, que voy de Góngora en mis ratos libres, y de Lorca cuando quiero parecer interesante.
Yo, que me regocijo en las palabras bonitas y los textos azucarados, pienso que «corazón» viene de «coraza».
SEGURO.
Yo creo que el amor siempre es guerra.
Tú, sin embargo, piensas que el amor sólo es paz.
Tú, que vas de frente y a pecho descubierto a una batalla segura.
Tú, que de vez en cuando piensas que nada puede romper dos corazones que encajan, porque, al encajar, se convierten en uno solo.
¿No te has dado cuenta que el corazón «bombea»? Bien, ya tenemos la coraza y las bombas. Demasiados términos bélicos para una paz tan fácil en tus dominios,¿no?
Tú hablas de lo bonito que es el amor, y yo te pregunto: ¿a caso no nos emboba el fuego? ¿No es bonito? En las guerras siempre hay fuego, cariño.
A eso tengo que añadir aquello de que cuando quieres a alguien, lo tienes que conquistar. Y¿cómo se conquista algo que no es tuyo? Con una guerra.En estos casos hay que sacar la artilleria pesada, porque si no ganas la guerra no alcanzas la gloria.
Y hablando de alcanzar la gloria, hemos encontrado dos caminos paralelos:Yo soy más de hacer la guerra, y tú sin duda prefieres «hacer el amor» Pero bueno, que nadie dijo que las guerras sean malas, y, menos, si son pasionales.
Y se te va a escapar una sonrisa de la trinchera con este último argumento,que me va a dar la razón; porque aunque tú vayas ganándome la guerra, yo pienso ganar esta batalla:
No soy yo quien muerde y araña cuando «hace el amor».